sábado, 6 de enero de 2024

Entre medio de esa niebla está tu sombra,
me la imagino incapaz
aunque no te vea caminar.
Miro hacia lo oscuro
oigo el crujido de tu latir,
tus ramas largas y trepando,
se que tenías la vida de una soga colgando.
desde hace tanto…
No se acercó nadie por miedo a verte
ni tú te acercabas hacia ti mismo
te habías ido,
te estabas escondiendo.
El amor y el pulso entre las manos se te iba,
que tormento,
eran todo gritos y silencios,
palabras de lejos que nadie comprendía,
luces largas que señalaban algún sitio,
dudas entre linternas que no alcanzaban a ver.
Tantos ojos, tantas manos
y nunca supimos leerte
y en braille nunca te dejabas.
Noto tu brazo frío aunque dicen que ahora no tanto
que antes lo estuviste más,
hacía tiempo que decías que no eras tú,
que no podías controlarlo,
que les querías mucho tío, 
lo siento.
Fue tan difícil entenderte,
saber cuando decías la verdad
y cuando te engañabas para hablar con ella
que dudamos de estar escuchando 
el cuento de pedro y el lobo. 
Había algo siempre que no me hacía dudar de ti,
estar alrededor tuyo,
hablarte,
saber cómo estás.
Había algo que me decía que era mentira,
que todo en tu vida se tornaba manipulación.
No se que decir cuando ese salto fue delante de gente,
por qué no te quisiste ir solo,
a qué le tenías tanto miedo,
que fue lo último que pensaste,
por qué no te despediste de mi,
ni de Sergio ni de otra gente frecuente. 
Se que no sabías (ni querías) aceptarte,
conocerte, 
hablarte, 
cambiarte 
y asumir ese cambio. 
Habíamos perdido el contacto
me gusto que me reconocieras cerca,
que me mencionases en tus conversaciones,
saber que alguna cosa estaba haciéndote bien,
te quise con todo el corazón y nunca dije nada,
porque te daba mucho miedo sentirte querido,
porque nunca lo viste a la vez 
que no sentirte juzgado.
Yo solo quería verte bien, 
quería ayudarte y cuidarte,
siempre había algo que me llevaba hacia ti
y ha sido últimamente cuando me he planteado acercarme más, confiarte más.
Te agradezco las conversaciones,
todo lo que me has enseñado indirectamente,
que te rieras siempre frotándote las manos,
tus planes lejanos, tus viajes,
tus chistes malos,
siempre dije que se metían contigo de más
y siempre pedí que te cuidarán y te preguntaran,
la vida te puso en nuestro camino para enseñarnos 
paciencia,
cambio,
lo contrario al narcisismo,
miedo a uno mismo,
irte por no hacer más daño a los demás.
Aún no te has ido del todo y ya te echamos de menos,
solo tenemos ganas de llorar,
como me arrepiento de todo lo que no te dije,
de no ser más pesada a la hora de abrazar,
te quería siempre tan cerca y siempre huías 
no sabía cómo acercarme para hablar. 
Si me pillaste a la primera nunca lo decías,
se entendía perfectamente en las bromas, 
en la forma de mirar. 
Que lo último que hablásemos fueran mentiras
se me clava como palabras en la tráquea 
como un hueso roto que no pueden reparar. 

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