jueves, 23 de marzo de 2023

Rutina 23

Tengo los pies helados porque me apoyo en el cabecero del sofá para levantarlos,
la vida se me hace más amena si llego a casa,
está hecha la cena y no hay nada que fregar hasta mañana,
que esté lo de la cena y el desayuno.
En mi planes no me planteaba encajar tan bien 
en la convivencia con alguien,
por desgracia.
Se me hace más ameno el día
cuando imagino ese peinado tuyo
apoyado en mi cadera
a la hora de dormir, cuando te tumbas en el sofá
y siempre te haces hueco entre mis piernas,
me sujetas la cadera y te echas a “momir”.
Cuando empezamos no sabía
que sería compartir una casa contigo,
que es vivir fuera del hogar y el cariño,
crear el amor dentro de cuatro paredes extrañas.
Cuando empezamos,
aquel día,
no sabía que serías,
mi acompañante en los malos días,
mi paño de lágrimas, mi paz.
No sabía que fuera había alguien,
que iba a mirar mis piernas como si fueran las más largas,
como si no estuvieran siempre moradas
y acariciaría hasta los pelos puntiagudos,
cuando no me estoy por depilar.
El día que nos vimos fue un mesías,
el que bajo y nos dijo cómo profecía,
que habíamos pasado tanto mal para encajar.
Porque fui en tu historia y tú en la mía,
donde encontramos señales parecidas,
que hablaban de ghosting, manipulación y groserías,
que durante un tiempo aprendimos a tolerar.
Fue cuando hablamos de la misma ciudad,
del mismo instituto
y todo con diferentes tiempos,
cuando te dije
“explícame cómo te enamoraste de mi,
gordito, última vez, lo prometo”
cuando me respondiste que hablando de los recuerdos,
te hice sentir como en tu hogar. 

cerdos de mierda


Como si se me fuera una bocanada de aire,
cada vez que me miras con tus aires de grandeza,
sabiendo lo que tú harías en mi lugar,
ves mis viajes una oportunidad de infidelidad,
de fidelidad a ti mismo y a tu orgullo,
a tu ego tapado por ese amor superficial,
no se a quien, pero a ti mismo.
Donde taparías cada boca y cada agujero,
con lo asqueroso de tu cuerpo,
porque no ves más allá 
y todos somos un alma 
aunque tengamos brazos y pelo,
todos somos un alma,
aunque nos queráis tapar con un cuerpo
y el asco que tengo,
el calor escueto,
se me cae por los bordes cuando mencionas el sexo.
Miras con ansia,
abres la boca con deseo,
si te digo que me gustan las mujeres,
ardes por dentro,
imaginando como me llenan con falos y dedos,
porque por supuesto no tenemos un orgasmo sin eso,
básico, tosco, guarro y enfermo.
No me ves,
no me ves, no me ves, no me ves.
En esta sociedad que me desnuda,
no me ves.
Me haces preguntar obscenas,
miro a otro lado y no respondo,
en época de internet te crees que voy a responder eso,
busca porno en tu casa,
deja de preguntarme por morbo,
si dices a tu novia de lo que hablas,
no duráis ni otro asalto.
Que asco dan los hombres,
cuando se les atraviesa el sexo por el medio.
Arrugo los dedos de los pies cuando te escucho,
por no expresarte explicito lo que siento.
Que grima imaginar 
que quieres una conversación con respuesta,
que horror, que falta de respeto.
¿Dónde están los hombres que te hablan sin querer metértelo bien dentro? 

jueves, 9 de marzo de 2023

x esto no quería crecer

De vez en cuando veo una imagen que se me clava en las entrañas, padres que aman abrazan a sus jóvenes hijas adultas y parecen como si les oliesen el pelo.

A mi que desde que no me bañas de pequeña 
y me echabas el aceite de lavanda por las piernas y los brazos, me bañabas con el champú de Johnson,
ya no puedo ser niña,
por mucho que se me acerquen al pelo y huela a flores,
a coco a arroz con leche a avellanas y miel.
A mi que me huele el cuerpo siempre a crema
y tengo las mejillas sonrojadas
y no me importa llevar moñitos a pesar de mi edad.
Yo que no soy niña ni adulta,
ni vivo con padres ni a veces siento que tenga.
Me faltan abrazos, consejos, menos mentiras,
un te quiero sincero y
menos felicitaciones de cumpleaños por whatsapp.
La vida ahora que no tiene cuentos antes de dormir,
ni madrugar para ir al cole,
vestirnos cantando canciones y fingir que el coche habla
pidiendo ir más rápido porque siempre llegábamos tarde.
Malos recuerdos teñidos de raros, de bonitos,
de añorados y morados años y rodillas,
de caídas en el patio, en el pasillo, con canciones en la radio y los discos de la oreja de Van Gohg a todo trapo en el coche de mamá.
Que tú nos ponías Tina Turner, 
rock americano y de vez en cuando se colaba una de Siniestro Total o Malú,
incluso mi disco de María Isabel que me regalaste.
Tu culto del cine y las películas de culto,
como puedo creerme ahora que no estes,
que nunca hayas pedido ayuda, que hayas callado tanto,
que me llamaras siempre princesa y nunca me quisieras escuchar hablar,
ni ver bailar 
porque para ti cada vez que salía de fiesta cumplía años y con más años menos cariño merecía. 
La vida era muy fácil cuando todo se teñía de rosa,
podía pintar en las paredes y me creía todas las fantasías donde eras un héroe fantástico,
pero ya no y me duele en el alma.
Porque veo imágenes que se me clavan en las entrañas, padres que aman, que abrazan a sus jóvenes hijas adultas y es como si les oliesen el pelo. 

Anemocional

 Como una caricia por todo el cuerpo, con el vello de punta y sintiendo el tacto del jersey. Soñando con tu respiración en mi hombro y un te...