ahora que llega el invierno y que el aire huele
a la gasolina de tu coche
crecen margaritas en mi pelo
y me fijo en que me miras cuando no te miro
porque te da vergüenza coincidir conmigo
y no te atreves ni un segundo a soportarme la mirada.
Se van tus ojos claros como huyendo
tienen toda la vergüenza del mundo acumulada
y te apoyas en la puerta como tumbado
mirando al suelo otra vez evitándome
y te ríes
porque ambos nos estamos dando cuenta
de que estamos alargando la tarde
para no despedirnos
porque no sabemos cómo ni dónde.
Se nos ha caído el café
y hemos alejado las piernas
el lenguaje corporal me dice
que no quieres estar tan lejos pero no lo intentas.
Me encanta que sepas de límites
y que tú también los tengas,
me gusta viajar en tu coche
cenar juntos en el parking del IKEA.
(Sonaba más romántico en mi cabeza,
pero fue una buenísima idea,
pelearse con carros y acabar encajada en el maletero
comiendo un mcflurry
y el suelo lleno de mayonesa).
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