miércoles, 5 de febrero de 2025

Anemocional

 Como una caricia por todo el cuerpo, con el vello de punta y sintiendo el tacto del jersey. Soñando con tu respiración en mi hombro y un te quiero en el cuello. No siento nada desde hace tiempo, la felicidad no me conoce y no parece que quiera saber nada de mí. La vida es de un tono gris que ni me gusta ni me molesta y pienso simplemente en quedarme en silencio y no molestar. No quiero ser escandalosa ni bailar ni dar un beso. Aspiro a sentir, a ser más que un esqueleto. La vida se me ha ido entre la punta de los dedos, el estrés, esta falta de paz, todo el amor que sentía me lo han venido a quitar. Soy soy dentro de este cuerpo una yo pequeña que no lucha, que tiene la indefensión aprendida y prefiere quedarse ahí observando. En la quietud contemplativa de Elvira Sastre, donde me pide que no le ponga comas a la calma para que así siga. Una sensación que he tenido durante años cuando me pierdo, cuando la vida me da paz y a la vez miedo. Soy un gnomo en el bosque, soy un ratón pequeño, me escondo en un tronco, que me proteja con sus durezas, las que yo dudo si tengo. Me siento endeble, flotante, etérea, un sueño. El placer de no ser. La pena de no sentir, no temer, no amar. Como Goethe que decía que preferimos sentir daño a no sentir nada y yo ahora no sé ni lo que quiero. 
Un abrazo. Un te quiero. Un te cuido. Un te entiendo.
Buenas noches, aunque no lo sienta. 
Te quiero. 

viernes, 24 de enero de 2025

WhOmI?

 Quien coño soy
esta piel del color de siempre y el pelo que me tapa los hombros y desconozco al espejo. Yo que siempre tuve el pelo corto, que me maquillaba a veces en exceso (aunque en las fotos siempre me veré guapa). Quien soy yo que habito este cuerpo que no siente y solo nota un corazón que palpita y que todo le da miedo, que todo le gusta y a la vez nada, porque nada le motiva suficiente y nada hace. Quien soy si no me da el sol y me siento poco (o nada) feliz y los abrazos no me incitan al deseo, ni quiero salir de la cama y solo quiero dormir y no hablar. Mantener el silencio constante en mi cabeza, en su boca, en la casa, en los recuerdos de algún momento donde me sentía peor y con incertidumbre, pero sentía.
Los humanos tenemos problemas con eso, preferimos sentirnos mal que no sentir y cuando no hay nada es cuando vemos el problema y ¿cómo salgo yo de esto? Sin creer que soy una impostora, que siempre habrá alguien que diga que hago x por llamar la atención. No quiero la atención, ni el amor, ni la ternura. No busco, porque no me motiva buscarlo. Quiero que si quieren que me lo den, que algo me haga feliz, encontrarle el sentido a mi vida. Yo que veo que nada me gusta, nada que les aporte a los demás. Me gusta la vida básica y tranquila, donde no sentir nada. Me gusta tumbarme a la orilla del Río a escuchar las burbujas, a ver saltar a mi perro en el agua. Odio la confrontación, odio la vida difícil. No quiero nada, porque el que algo tiene tiene una responsabilidad y yo no soy si quiera responsable de mí misma. Yo que me he metido en este abismo incierto y ni salgo ni me quedo. Quién soy, quién soy quien soy. Me defines tú con tus críticas, me definen mis acciones, me define lo que pienso, me define lo que corrijo. Lo que digo, lo que prefiero no decir. 
Estoy cansada de algo que desconozco y este desconocimiento es incertidumbre. Daría el hígado o media pierna por tener una agenda con todo escrito, por estudiar cómo exponerme a todo lo que venga. Será por la tendencia a las mentiras para escapar, será que tengo que prepararme la coartada. Alomejor la vida me cambia simplemente si soy sincera. Me duele el corazón cuando lo soy y alguien se decepciona. Piso todas las venas y arterias, mías y suyas, es lo que me parece. Aunque la vida sea absurda y fácil y me guste a veces. Siempre cargo la culpabilidad de alguien que me la transmite. En esa culpabilidad tengo la creencia de que si yo sufro por los demás nadie lo hace y que así es la única forma de que yo, que me veo tan capaz, sea la única responsable de arreglar, de reparar, lo que a ellos no les sale.
¿Quién soy? ¿Una mecánica de sentimientos? ¿Quién soy? ¿Un saco para pagar tu frustración o solo un intento? 

miércoles, 22 de enero de 2025

Mezcla

 Si pienso fijamente en lo que miro y hablo y digo lo que creo y escucho el pensamiento y esas voces que me dicen que a la vez nadie lo escucha solo yo y me reprimo en ese sonido, en ese canto, en ese abrazo cálido, que siento y solo es mío. Cuando me siento en el sofá con toda la ansiedad perdida, con todos los latidos desperdigados, con todas sus miradas clavadas y tus ojos claros y los suyos tan marrones y esas pecas y esos rizos y esas orejas y esos nudillos y se me entremezclan unos besos que dimos cuando niños. A ese chico feo de gafas, que fingió que nos quería, que nos entendía, que éramos menos que un soplido. A todos esos chicos que bese entre bailes y salidas y salidas mis amigas y los tíos que nos invitaban que iban, que venían, que nos robaban el brillo. Cuando me dio miedo salir a bailar por si me tocaban, cuando nunca volví a sentir ese gustillo. Ansiedad social le llaman, no saber hacer el amor es lo que yo digo. Cuando me acarician y me besan y me alcanzan más allá de los tobillos y los besan y los pisan y me abrazan y me arrancan otro grito. Tus manos y esa espalda que estaba sudada, un gemido al oído, una cama destrozada. La flor de mi pelo en la mesita, las horquillas en el baño y un millón de coleteros por si acaso. Iba y venía. A la vez nadie me hacía caso. El amor entre las manos, por las costillas colgando, lo que quería todo y a la vez irme. Quedarme con la cuerda, con el nudo y con el árbol. Tejería con ella algo útil, algo menos amargo. Cuando equivoqué un abrazo con el tuyo, cuando una risa sonaba a tus labios. 
Deje de beber por diferenciar a las personas, aunque siempre habrá algo que haga entrelazarlos. Todos somos todos, todos de alguien tenemos algo. 

martes, 3 de diciembre de 2024

 No me cuesta admitir que a veces me he imaginado apoyada en tu pecho,
cuando nos tumbamos tiernos en el sofá y nos acariciamos las piernas y llegamos a la punta de los pies, esa zona que tanta manía tenía.
Es poético pensar que has sido la única persona,
a parte de mi,
que ha llegado a tocar y a querer,
las partes de mi que durante tanto tiempo he odiado.
Mis dedos de los pies,
la forma de mi nariz,
el mal humor que tengo por las mañanas,
la manía de estar durante por lo menos una hora en silencio hasta que me despierto y miro un punto fijo,
como me cuelgan los brazos
y se me van los hombros hacia delante cuando camino,
la poca feminidad que tengo a veces,
esa con la que nos cargan sin querer y no conseguimos soltar.
Todas esas partes que nunca acepté de mi,
hasta que llegaste a besarlas,
esos complejos que nunca me habían servido como arma,
que nunca me habían aportado nada bueno,
me sirvieron de superficie a tus besos,
de método para que te quedaras.
Para tener una parte más donde acariciar.
En las marcas de mis estrías 
y el culo demasiado grande que siempre me remarco mi madre, junto con mis caderas que te gusta abrazar, marcar y morder. 

Enfado

 Y si se me olvida algún día tu voz y verte de pie en frente de la cama y no quedan toallas ni prendas de ropa que huelan a ti ni abra recuerdo que me ate a ese verano loco donde fingí que yo no era yo misma, pero te dejé un hueco para que me conocieras.

Y si se me olvida aquel viaje con el agua tan azul y el cielo tan brillante y las siestas tan cómodas en la playa, durmiendo por ahí sin conocernos de nada, con la vergüenza y la confianza de saber que cualquier cosa puede pasar.

Y si algún día se me sale esta sensación del pecho de que hui de un sitio donde me sentía bien pero me daba pánico porque podía ser algo parecido a lo que quería más que a lo que realmente necesitaba. Y si dejo de creérme mis mentiras y te escribo un mensaje, te felicito el año, por habernos conocido. Te dedico mis navidades, mis chin chin, mis besos, que son un poco tuyos. 

Y si algún día esto no se me pasa y nunca me olvido de ti y sigo recordando el tacto de unas manos que se me escabullían y que preferías sus bolsillos, su distancia, mi lejanía. Alomejor vivo en la melancolía de echarte siempre de menos y les contaré a mis nietos todo aquello que imagine y que nunca pudo ser. 

Porque no fui valiente. 

Pero va a llegar un día que me vas a hablar tu, porque tienes menos orgullo y yo en realidad sabía que esto iba a pasar y como si leyera algo una pitonisa o como si tuviera un sesgo de afirmación después de todo, vas a llegar y no me vas a hacer sentir nada. Porque ese verano lo sentía, pero en invierno ya no me transmites calor y alomejor me he dado cuenta de que tu forma de discutir me molesta, porque se parece demasiado a la mía y prefiero ignorarte y que tú no me ignores, que me persigas, que te arranques la piel. Que la toxicidad sea lo más instintivo que te salga y yo te explique por qué todos tus actos son tóxicos y digas, estás loca, no te entiendes ni tú. Y yo te diga, pero te gusto y te rías y me mires y te diga “y de que te ríes que eres un payaso” y se te pase el enfado y yo te odie, porque odio casi como quiero como dice Elvira Sastre y me enfado y me voy a la habitación pero tú me coges por la espalda y me abrazas y te digo que me sueltes y no lo haces. El amor es eso y eso no eres tú, por eso me da igual que no se me olvide como hueles o como te gustaba tomar esa bebida que tomabas siempre. Será que le doy mucha importancia a que nos enfademos y no lo sepamos gestionar. 

jueves, 14 de noviembre de 2024

Manos rugosas

 La rugosidad de unas manos que son incapaz de olvidarse, no nos las puede quitar la sensación de las manos suaves. 
El hueco que teníamos al dormir, no se me va ni durmiendo con alguien con quien duermo agusto.
Tu olor, tu pelo y tus ojos,
esa forma de mirarme que grabé,
soy incapaz de sacármelo de la cabeza, 
por mucho que sienta un amor bueno como el tuyo,
en otra persona que no es tu carne.
Los huesos los lamo porque a ti te gustaban las migas de pan y junto te comías los muslos,
mi boca, aunque poco,
con otros besos tampoco se me pueden olvidar.
Es la sensación que tuve aquel marzo,
aquel conflicto tropical,
donde pensaba que nunca iba a pasar el tiempo,
lo que pasó fue que la venda se me arrancaba,
a medida que la vida pasaba, que no había mejoría,
que había promesas que no se cumplían.
Que el amor no todo lo puede 
y debo decir que como amigo te he querido siempre,
como pareja… 
No sé si mentir es tan grosería. 
La vida pasa con tiempo y no quiero meterle prisa,
aunque quiera seguir teniendo tu afecto,
porque el mío siempre lo tendrás,
por mucho mal que te haya hecho algún día. 
 Siguen sin querer tus colmillos en alguna parte de mi cuerpo clavados y se inventan la sensación que encontraron en otras manos y en un bosque lleno de sombras vi tu pecho que parecía buscarme y había dos corazones parados donde uno era el tuyo. El alma que teníamos a los pies, la tuya se desprendía y buscaba un recipiente donde meterse para después ir a buscarme y encontrarme en ese abrazo, en esos ojos, en un niño que no es pelirrojo pero eres tú y ese abrazo entre las sombras donde te vislumbro y casi te siento. A todo el mundo le cuento tu voz y tus gritos y se me olvida hablar de lo pequeñas que tenías las manos y de cómo te miraba con tristeza, empatía y ansia pura de comprensión. Porque te miraba para arrodillarme para que quisieras tirar de mí y no hacerme daño porque era como adoración a la virgen y que vieras claramente un te quiero que nunca se me separo de los labios. Envidia pura de romperme las uñas y haber sido yo la llamada, feliz de ser la última en saberlo todo, algo siento mezclado al haber comprendido desde tanto tiempo que algo no estaba bien. Culpable de no haber hecho nada. Irresponsable de saber que no supe o pude hacer más. Desde el minuto uno que hablamos y no coincidió en absoluto que algo nos quisiera poner en el camino, hasta verte después de muerto cuando me dijiste que todo estaba bien, que allí tenías paz, que todo era mejor, que querías hablar con nosotros y no habías podido. Lo sabías todo porque eras muy listo, lo sabías todo y nunca supe ni sé si sabré lo que tú pensabas y siento que en el fondo de mí te conocía y te pasaba lo mismo. He buscado en otros sitios lo que tu me hubieras podido dar. Como intento de cerrar el círculo, como intento de sentir algo, de hacer que te pudieras quedar. Te siento cerca a veces, no quiero que pase un año, siempre en mi mente tienes un altar. Ojalá todos te hayan perdonado. Ojalá ojalá ojalá. 

Anemocional

 Como una caricia por todo el cuerpo, con el vello de punta y sintiendo el tacto del jersey. Soñando con tu respiración en mi hombro y un te...