martes, 3 de diciembre de 2024

 No me cuesta admitir que a veces me he imaginado apoyada en tu pecho,
cuando nos tumbamos tiernos en el sofá y nos acariciamos las piernas y llegamos a la punta de los pies, esa zona que tanta manía tenía.
Es poético pensar que has sido la única persona,
a parte de mi,
que ha llegado a tocar y a querer,
las partes de mi que durante tanto tiempo he odiado.
Mis dedos de los pies,
la forma de mi nariz,
el mal humor que tengo por las mañanas,
la manía de estar durante por lo menos una hora en silencio hasta que me despierto y miro un punto fijo,
como me cuelgan los brazos
y se me van los hombros hacia delante cuando camino,
la poca feminidad que tengo a veces,
esa con la que nos cargan sin querer y no conseguimos soltar.
Todas esas partes que nunca acepté de mi,
hasta que llegaste a besarlas,
esos complejos que nunca me habían servido como arma,
que nunca me habían aportado nada bueno,
me sirvieron de superficie a tus besos,
de método para que te quedaras.
Para tener una parte más donde acariciar.
En las marcas de mis estrías 
y el culo demasiado grande que siempre me remarco mi madre, junto con mis caderas que te gusta abrazar, marcar y morder. 

Enfado

 Y si se me olvida algún día tu voz y verte de pie en frente de la cama y no quedan toallas ni prendas de ropa que huelan a ti ni abra recuerdo que me ate a ese verano loco donde fingí que yo no era yo misma, pero te dejé un hueco para que me conocieras.

Y si se me olvida aquel viaje con el agua tan azul y el cielo tan brillante y las siestas tan cómodas en la playa, durmiendo por ahí sin conocernos de nada, con la vergüenza y la confianza de saber que cualquier cosa puede pasar.

Y si algún día se me sale esta sensación del pecho de que hui de un sitio donde me sentía bien pero me daba pánico porque podía ser algo parecido a lo que quería más que a lo que realmente necesitaba. Y si dejo de creérme mis mentiras y te escribo un mensaje, te felicito el año, por habernos conocido. Te dedico mis navidades, mis chin chin, mis besos, que son un poco tuyos. 

Y si algún día esto no se me pasa y nunca me olvido de ti y sigo recordando el tacto de unas manos que se me escabullían y que preferías sus bolsillos, su distancia, mi lejanía. Alomejor vivo en la melancolía de echarte siempre de menos y les contaré a mis nietos todo aquello que imagine y que nunca pudo ser. 

Porque no fui valiente. 

Pero va a llegar un día que me vas a hablar tu, porque tienes menos orgullo y yo en realidad sabía que esto iba a pasar y como si leyera algo una pitonisa o como si tuviera un sesgo de afirmación después de todo, vas a llegar y no me vas a hacer sentir nada. Porque ese verano lo sentía, pero en invierno ya no me transmites calor y alomejor me he dado cuenta de que tu forma de discutir me molesta, porque se parece demasiado a la mía y prefiero ignorarte y que tú no me ignores, que me persigas, que te arranques la piel. Que la toxicidad sea lo más instintivo que te salga y yo te explique por qué todos tus actos son tóxicos y digas, estás loca, no te entiendes ni tú. Y yo te diga, pero te gusto y te rías y me mires y te diga “y de que te ríes que eres un payaso” y se te pase el enfado y yo te odie, porque odio casi como quiero como dice Elvira Sastre y me enfado y me voy a la habitación pero tú me coges por la espalda y me abrazas y te digo que me sueltes y no lo haces. El amor es eso y eso no eres tú, por eso me da igual que no se me olvide como hueles o como te gustaba tomar esa bebida que tomabas siempre. Será que le doy mucha importancia a que nos enfademos y no lo sepamos gestionar. 

Anemocional

 Como una caricia por todo el cuerpo, con el vello de punta y sintiendo el tacto del jersey. Soñando con tu respiración en mi hombro y un te...