domingo, 22 de noviembre de 2020

Comemos mucho techo

Me tumbo en tu cama y me hago una bolita,
me tapas con la manta.
Me tumbo en tu sofá y me quedo dormida,
me tapas con la manta por si tengo frío.
Lloro delante de ti, 
me miras y me secas las lagrimas con las manos.
Nos besamos 
y me pegas a ti, me aprietas como si fuese verano,
sin ropa, asfixiados, sudando, calados,
ahogados, gimiendo, fumamos
y luego nos vamos a dormir.
Si duermo sin ropa tengo frío,
hace tanto frío en tu casa que me cala los huesos
y te despierto por la noche y te lo cuento:
“hace tanto frío que no me siento el cuerpo”
y buscas una manta, me abrazas por la espalda,
me acaricias el pelo y esperas a que me entre el sueño.
Si duermo en tu casa siempre es invierno,
pero a veces en tu cuarto es verano,
y en el salón, en la cocina, en el sofá, en el baño,
en la encimera o en tu coche, 
ahí no llegará enero. 
Si duermo en tu casa me acaricias el pelo,
me dices “te quiero”,
hablamos de amor mirando el techo.
A veces me planteo cuantas veces el techo habrá pensado que somos unos intensos,
luego pienso que el techo no habla
y que me alegro de que no cuente nuestros secretos.


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