no iríamos tan despacio;
si no hablásemos de familia,
no me sentiría tan dentro de ti;
si no tomásemos tanto café,
dormiríamos más y mejor por la noche
-aunque no como si estuviésemos acompañados-;
si no hablásemos de miedos y límites,
no sabríamos tratarnos tan bien;
si no hablásemos de daños pasados,
no diríamos “todo pasa por algo”,
y no te gustaría mi tatuaje
“porque te hace pensar”.
Si no hicieses bromas con bodas,
no fueses alérgico a mi gato,
no me llevases los viernes en tu coche
y no cantases a Kaydy en alto...
no serías tú y no me gustarías,
a nadie le dirías
que tiene los hombros más fáciles de morder,
que te alegras de la no inmediated
y que quieres seguir tomándonos todo el tiempo.
Si no me dijeses que Valladolid es mejor a mi lado,
que marchas para volver el viernes y repetir el sábado,
que los domingos necesitas verme antes de volver...
si no fueses tú
y no hubiera pasado todo lo que ha pasado,
no estaríamos hablando,
pero nos conoceríamos desde el pasado
y el universo nos volvería a cruzar.
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