domingo, 25 de agosto de 2024

Espina espina espina

Cuando sigo esa calma que me pide el cuerpo,
que lo único que me pedía era una rutina, un baile en la cocina, una flor en el pelo, una canción, un beso en la despedida. 
Cuando sigo esa calma que me pide el cuerpo
y adelanto la hora de llegada, me quedo más en casa,
planeo un viaje con paisajes de cuento, peino a mi perro,
ya no grito, a veces incluso paso la plancha.
Cuando sigo esa calma que me pide el cuerpo
y tu mano está con la mía o a veces por la espalda,
me dices que toda la vida dirás que te gustan mis besos,
ya no tienes traumas ya no piensas en bocas que no sean la mía.
Cuando tú sigas esa calma que te pide el cuerpo,
aprenderás a valorarme antes de hacer tonterías,
antes de sacar una foto de tu coche y de tus cosas,
te sentirás orgullo de mí como persona o como novia
y no te dará vergüenza el compromiso,
pensarás en una boda que dure tres días.
Cuando el amor se te meta por el cuerpo,
cambies por ti, no porque yo te lo diga,
me eches de menos en los viajes, en la cama,
en las comidas.
Veas que coincidía muy bien en tu familia.
Alomejor te planteas darme lo que merezco,
alomejor el amor que te pido me lo darías.
Tengo una pena que se junta con esperanza por dentro,
creerme que vas a cambiar algún día.


viernes, 23 de agosto de 2024

no lo he releido

Las flores que no tenía me florecieron en el cuerpo
y cada vez que me metía en la ducha,
esas veces que me obligaba a verme, a mirarme en el espejo,
veía esas semillas que no eran tuyas ni de nadie,
como crecían por mi boca, por mi piel
y me remaclamaban independencia y creencias
para crecer pequeñas, sanas, menos endebles.
Como un salmón de aguas frías que crece a su tiempo,
que no tiene piojos que le pican, ese ánimo que no me pica,
que no me molesta. 
Miraba esos pétalos, esas hojas que crecían y te preguntaba porque tú no lo tenías,
por qué estabas tan seco si yo estaba floreciendo,
si yo me estaba regando tanto,
si tenías envidia de mis flores,
si te estaba amargando ver que sin quererlo,
aunque con mucho esfuerzo y almuerzos
y quitarme de ese no comer
y quitarme de esas palabras dañinas a mi alma,
a mi cuerpo, a mis versos,
por todo lo que cambié, 
pero tú no cambiabas.
Te regué, te regaba a diario,
con mis peticiones de cariño, 
con todas mis búsquedas de cercanía,
de no sentirme completa porque me tocaras un pie en el sofá. Yo que soñaba con un duplex por tener un sillón donde acomodarnos los dos, cambiar ese lugar, tener un sitio donde no cabíamos para ver las películas,
fue el primer paso del divorcio,
de quedarnos sin tantas caricias.
Seguimos caminando como si no quisiéramos buscarnos las miradas, como si no fuera por lo único que vivíamos, por lo que era ese esfuerzo de trabajar tanto, de tener dinero,
el querer acomodarnos. 
Donde se estaba yendo ese esfuerzo en vano,
si todo lo que estábamos ganando nos lo estábamos quitando. 
Tú nos lo quitabas porque yo siempre me sentí sola y siempre te pedía no estarlo, siempre buscaba una mano, 
un abrazo antes de dormir, una conversación profunda, un qué tal estás con interés, una mirada intensa, un ramito de flores y una nota. 
Yo que cedía y te regalaba cada gota de sangre de mis rincones. 
No podía más con ese silencio,
con ese vacío,
con este cuerpo desnudo que tenía que tocarse,
con esta autonomía que se me estaba forzando,
tu que luego te llamabas dependiente,
que vivir sin mí no podías.
Dos años sin besos, sin versos,
parecía que viviéramos en un distinto balcón.
Cuánto de lejos tuvimos el corazón,
yo que quería coserlo a tu pecho,
intentaba acariciar tu costado,
besar tu cuello,
conseguir hacer él amor.
Siempre recibía un no.
Jugando siempre con el rechazo por si de repente cambiabas de opinión, dejaba de hacerte cosquillas mi tacto, de repente fueras a decirme que si. 
No podía esperar más, 
porque ese calor saliera de tu pecho,
trate de hacerlo responsabilidad mía pidiendo,
pero no lo explícito servía a tu cerebro,
me perdiste por no me digas qué estabas haciendo.
Ahora no juzgues que tome una mala decisión
 y que me fui porque si,
que nunca lo vas a entender,
que habrá otro que me enseñó lo que no tenías.
Cuando fueron esas rosas que me crecían,
donde tú solo sentías espinas,
no te gustaba la independencia que tenía,
buscabas una madre, una niña, 
una mujer codependiente que cuidara tu ansia de ser tan tranquilo, de justificar dejarlo todo para el día siguiente.
Pero me cansé del tiempo,
de esperar,
de que tus amigos te motivaran para bailar.
Lo difícil que fue siempre que fueras tú conmigo dices.
Pues lo siento, 
yo lo fui siempre 
y lo soy puramente ahora.
Ahora estoy en otra casa, en otra cornisa,
en otra ciudad,
en un hospital, en un entierro
y me acuerdo de pasos que dimos 
y me llena más esta soledad. 

domingo, 4 de agosto de 2024

Loca

 Siempre queda en nuestro cuerpo, en nuestra mente
el recuerdo del olor de las personas, el contacto que tuvimos,
las conversaciones que me volvían loca,
la forma de mirarnos en esa cocina,
ese antes y después de escribir que siempre preferiría estar distante pero estar, que no estar.
Queda en nuestro cuerpo esa capacidad irrespetuosa de querer a medias,
de querer encenderlo todo, de quemarlo
y cuando el cuerpo nos pide cambio desde hace tiempo,
solo faltan el mechero y las ganas
para que de un momento a otro lo veamos todo incendiar.
Si los besos que me das son la mezcla 
de los que siempre he necesitado,
besas como me siento querida,
nunca me habían hecho el amor.
Si tus manos son tan suaves
como para agarrarme el pecho y
que siga siendo mío,
me bebes, pero sigo siendo mi vaso de agua.
Todo lo que tengo es mío
y te gusta y lo besas, me acaricias,
no necesito decirte que si,
me lees las líneas que se me escriben en las piernas,
las verdades a medias,
complacer es un don de la ciencia,
nosotros estamos hechos de trozos de otros,
nos merecíamos llegar hasta aquí.
Cuando aquel brujo me leyó las cartas y me dijo
que tardaría un poco más en sacarme la carrera,
que terminaría bien con mi pareja 
y que el amor todavía no lo había conocido,
pero que no tardaría…
Siempre había negado mi creencia en el tarot.
Cada abrazo que me das sin que lo pida,
nos tumbamos en el césped a hablar de la vida,
me invitas a salir,
planteas con tus amigos cómo sería ser más que una amiga.
Ahora no le tengo miedo a dejarlo,
ahora que sé que soy lo primero
y cada día más lo que valgo.
Tengo derecho a la crítica, al enfado, a lo extraño,
a bailar, a no beber, 
a quedarme en silencio mirando.
El cuerpo me pide aprender a escuchar,
aprender a querer amando.
Siempre he querido desde la herida,
sé que es difícil negar todo el daño,
pero pasan los días, nos llenamos de tierra,
seguimos hablando… 
“te quiero cuidar bien” me haces de menos,
pero sabemos en qué contexto estamos.
Tienes la vida muy clara,
tienes tu futuro en la mano.
Eres la mezcla de lo que he querido en mis amores, eres todo lo que no sabía que estaba buscando.

Anemocional

 Como una caricia por todo el cuerpo, con el vello de punta y sintiendo el tacto del jersey. Soñando con tu respiración en mi hombro y un te...