Un adicto es adicto siempre,
dicen los yonkis, los alcohólicos,
los codependientes
y había una parte de mi
que quería mezclar tu vida con la mía
y otra (la más inteligente)
que solo me pedía ignorarte,
cosa que al final casi siempre he hecho.
He visto desde el otro lado de la pantalla
como se desarrolla una relación dependiente
y como palmo a palmo diente por diente,
yo fingía entenderte y de hecho creía que lo sabía.
Creía saber más que tu alrededor,
mucho más que mucha gente,
porque veía donde te escondías,
porque sabía cómo de enredada tenías la mente.
El día que me dijiste cómo y cuánto la querías
lloré,
lloré no por sentir celos o de felicidad
por todo el amor que resudabas por los poros,
lloré porque así solo quieren los locos
y la gente triste y no curada,
que todavía no sabe querer.
Tenías tanto ansia, tanto control,
la dotabas de tantas llaves para solucionar tu pena,
tu dolor, tu autocastigo, tu suicidio,
tu llanto familiar,
que era imposible que la vieses más allá
de cómo instrumento,
de solución a tus problemas.
El amor no es eso.
Tenías tanto ansia por entender qué habías hecho mal
para cambiarlo,
cómo podías mejorar para encajar en sus ideas,
tanto control creías que poseías
que te anulaste,
que te hiciste de goma para entrar en sus huecos,
para ser flexible y que te aceptaran.
Acallando tantas voces, dudas y preguntas
por no molestar,
pero solo dejabas de ser tú,
para ser un poco más ella
(o en realidad lo que creías que quería ella)
y condenado a expectativas te dejó
y tú sin entender nada.
Tú que lo diste todo,
que ablandaste tus costillas para que se acomodara,
que dudabas de ti para creer que lo suyo era lo bueno,
que no sabías lo que querías
porque pasaste a ver la vida por sus ojos
y a la vez a través de los tuyos.
Querer así te vuelve loco.
Y yo tonta de mi que a veces me creo espina de todas las rosas,
que busca la comprensión en cada campo,
que cree que atrae, tienta, llama,
siempre decía que te entendía,
aunque no me hicieras caso
(aunque se que era conversación recurrente)
y había una parte de mi que quería ayudarte,
sacarte del fondo de aquel vaso,
hacerte sentir que alguien te correspondía
(egoístamente pensando como si nadie más lo hiciera),
hacerte ver que hay cosas buenas
donde tú consideras fracaso.
Te di, te di, te di,
respuestas, consejos, preguntas para que te hicieras,
porque yo había vivido lo mismo
y todo mi abrazo de comprensión
fue cerrado alrededor de mi,
sin tu respuesta
y me cansé y me di cuenta de por que a veces
dudaba de este cariño
y a veces me decía a mi misma
que lo nuestro no era amor, ni amistad, ni aprecio
solo era cerrar un ciclo,
tener algo con que comparar el buen presente
y el pasado
y te lo agradezco con todo el corazón.
Ahora, cuídate,
porque yo ya no quiero hacerlo,
porque sé que este cuerpo y trauma de salvadora
ya no puede con nadie que nunca le devuelve amor al cuerpo,
que no me basta con sacarte de las llamas
que no me basta con verte fingirte contento,
he aprendido a quererme y verme en lo recíproco,
he aprendido a ver mi cuerpo aunque no me miren,
he aprendido a hablar conmigo,
a quererme, a sentirme, a pedir, desear,
no cambiar lo que me gusta, ser yo misma,
ser libre.
Ya no busco ser necesitada
y por eso no busco aprecios rotos como el tuyo
o como el que tú buscas.
Me alegro de haber escuchado siempre al no,
de no haber cometido faltas graves (ni leves),
ya mis fantasías no son tuyas.
Espero que te cures y estés bien,
soy el ejemplo viviente de que después del amor dependiente,
con mucho esfuerzo, paciencia y cariño
llega el amor bueno, leve
y que a veces hay que ver las cosas desde fuera,
seguirles un poco la corriente y
dejar la puerta entreabierta para que un golpe fuerte
llegue
y la cierre pa siempre.