Llévame a otros brazos si ahora los tuyos pesan y prefieren coger otras manos que darme conversación
y niños cruzan tus calles
y mirar tu coche aparcar cuando llegas,
con tus manos maduras de la edad, el trabajo y la experiencia.
Llévame a otro lugar donde alguien me escuche, me cuide y me piense,
donde no camine largos pasos por delante por preferir caminar despacio al lado de otro por alargar el paseo,
por alargar el camino.
Que no te de vergüenza pedirme distancia, pedirme intimidad,
pero no me calles,
no me dejes de responder,
no me dejes en silencio
y escojas otras manos,
inmaduras, que tienen poco que decir.
Cuando la vida pasa la etapa de reírse de lo que beben,
de reír los intentos de mofa del cuerpo de los demás,
de los ligues por aprobación a ver si así aceptas tú físico.
De ver a niños y adultos como meros instrumentos de verte mejor.
El día que valores más una opinión de una amiga que el de un pequeño que solo quiere experimentar, me cuentas.
Ahora déjame irme caminando,
sin sentirme mechero encendedor y sujeta velas, de esta situación tan falsamente romántica que te has montado.
Me voy.