Cuentakilometros

Vivimos tan lejos que solo puedo verte los minutos antes de dormir,
en las caricias de sábanas templadas,
en el frío del vaso con escarcha recién salido para cubrir,
mis necesidades de beber para ver nítida tu imagen.

Para olvidarme de la distancia,
quitar de mi mundo todo el color gris,
estás en mis espejos y me miras cuando se empañan.

Hemos paseado de la mano por los sitios más bonitos del mundo,
hiciste de la ciudad con menos gente,
otra más vacía que le tenía envidia,
porque ocupaban nuestros besos cada calle,
cada portal y cada esquina.

Cuidaste de mi en tiempos de nervios,
cuando no sabía mi mente si iba o venía,
trazaste un mapa en mi cuello con ve(r)sos,
más de una vez me dedicaste poesía.

Somos los que se llaman a las tantas,
los que besan otras bocas y se piensan,
los que borrachos escriben mensajes de Whatsapp,
los que despiertos, desinhibidos se sueñan.

“Esta noche sólo quiero dormir contigo”,
y yo con ganas de mucha fiesta y sin dormir,
nos imaginé abrazados en la misma cama.

Ir de cañas

Salir, volver a la rutina y estudiar

hasta que te canses y tomes cerveza,

y vuelvas a a casa y pienses los temas

de conversación que tratas,

que hablas, que mencionas.

Y con tanta cerveza te das cuenta

de que no eres tan feliz como crees,

de que sabes echar de menos,

de que tus sentimientos existen,

porque habla el tú que es cierto.

Sales y bebes, y es el rollo de siempre,

pero sin ser rollo, porque no te aburres,

solo te enrollas,

hablando,

sin besos.

Y se te olvida ser sutil.

De la boca se te caen las indirectas,

que con alcohol ya son directas,

y llamas a quien quieres,

y bailas con quien quieres.

Eres feliz y se te nota,

se te suben los grados y

tu cara se torna roja,

para volver a casa y decir que no has bebido,

que no quieres a nadie,

que en verdad estás bien sola.

Pero sabes que no.

Porque si la cerveza sube,

la verdad aflora.